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¿Se está sobrestimando a Morena?

            Uno de los fenómenos más interesantes de las elecciones intermedias del año pasado fue la sobrestimación de Morena en el Congreso. De las mediciones pre electorales no hubo una sola que no sobrestimara a este partido político. El promedio de sobrestimación de las distintas mediciones preelectorales publicadas fue de alrededor de 7 puntos porcentuales. Quien menos lo sobrestimó lo hizo por 4 puntos (GEA ISA) y quien más lo hizo por 10 puntos porcentuales (SIMO).

Un lugar donde se le sobrestimo de manera notable a escala local fue en la Ciudad de México. El fenómeno se puede explicar claramente por un escenario de diferencial de participación a favor del electorado opositor. La media de partición donde ganó Morena fue de 48.3%, mientras que la media de participación de la Ciudad fue de 50.52%, es decir un diferencial de poco más de 2%. Otra forma de verlo es por secciones electorales. De las 1490 secciones electorales donde perdió Morena, sólo 90 estuvieron por debajo del promedio de participación de la Ciudad. Es decir donde ganó la oposición hubo participación por arriba de la media.

            En la revisión de mediciones pre electorales del 2021 no se ha sido lo suficientemente crítico. La verdad es que para la elección federal el papel del gremio de la demoscopia no fue muy decoroso. La sobrestimación de Morena en promedio fue mayor que la que se tuvo en 2012 con el triunfo del ex presidente Peña Nieto. Parece que para el Congreso no tenemos los niveles exigencia que para una elección Presidencial. Si se hubiera usado el mismo argumento que se utilizó en el 2012 se podría haber dicho que la mayoría que obtuvo Morena en la Cámara de Diputados se debió a que las mediciones pre electorales lo sobrestimamos. Tan absurdo el argumento ahora como en 2012 para explicar el triunfo del ex Presidente Peña Nieto.

            Es posible que igual que se sobrestimo a Morena en la última elección federal se este sobrestimando la Aprobación Presidencial. Si este fuera el caso podríamos corregir cada una de las aprobaciones publicadas con el porcentaje de sobrestimación que tuvieron el año pasado cada una, o con la sobrestimación promedio. Aprobación no es preferencia electoral, pero sólo por propósitos analíticos se podría realizar el ejercicio.

            En promedio las últimas mediciones publicadas la aprobación del Presidente está alrededor del 62% por ciento, si quitamos la sobrestimación electoral a cada una de las mediciones o al promedio de 7%, el número de aprobación quedaría en 55% apenas por arriba del 50%, de la mayoría simple. Al observar el ejercicio para cada una de las consultorías veremos que el nivel de corrección es mayor o menor en función de sus propias sobrestimaciones. Para más de una con el porcentaje de corrección la aprobación estaría por debajo del 50%.

            Mauricio Schettino escribió recientemente un artículo en el que cuestiona la Aprobación Presidencial y cuestiona los “sesgos de casa”. No enfatiza lo suficiente el hecho de las diferentes formas de levantamiento en las que frecuentemente se comparan encuesta por internet, telefónicas o hechas en vivienda. Si en lugar de comparar peras con manzanas agrupara las mediciones probabilísticas con las no probabilísticas como las hechas por internet o telefónicas, probablemente su explicación sería distinta. Como sucede en Estados Unidos donde una vez que se filtran las mediciones probabilísticas y se separan de las no probabilísticas de las últimas elecciones, la calidad de las mediciones pre electorales se ve mucho mejor.

            Tenemos que interpretar todo ejercicio que tenga que ver con cuestiones electorales con esta sobrestimación. El primero de estos eventos está a menos de un mes de suceder: la consulta de revocación de mandato. Todo parece indicar que el Presidente tendrá una mayoría amplia porque continúe, pero será cuestionada por los niveles de participación. Es probable que el nivel de participación esté entre el 10 y el 20 porciento. Muy lejano del 40 por ciento que se requiere para que sea de carácter vinculante.

Es cierto que una parte de la baja participación se deberá a que el número de casillas instaladas para la consulta de revocación de mandato será mucho menor que el que se tuvo en la última elección federal. En 2021 se instalaron 162,570 casillas, para el 10 de abril habrá 57,377, casi tres veces menos casillas. Si aplicamos de manera mecánica esta proporción, la participación del ejercicio de revocación de mandato tendría alrededor de una tercera parte de la participación (63%). A ello hay que agregar que no hay el mismo nivel de interés, ni 15 elecciones concurrentes para gobernador. Lo cual nos lleva pensar que la participación podría llegar a estar alrededor del 15%.

            Nadie tiene duda que el electorado votará por el “si” de la continuidad del Presidente. El porcentaje con el que gane la consulta dependerá mucho de la movilización de sus bases. A pregunta expresa entre la población abierta ese número llega a 77 por ciento de apoyo. Aún si quitamos la sobrestimación mencionada quedaría el 70 por ciento.

En 2022 tenemos 6 gobiernos estatales en disputa: Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Tamaulipas, Oaxaca y Quintana Roo. De estos es probable que Morena pierda el primero, tenga al segundo en disputa y gane los 4 últimos. La sobrestimación mencionada podría ser la diferencia entre ganar o perder cualquier estado en una elección cerrada.

            En resumen podríamos considerar que la sobrestimación de Morena o del propio Presidente nos este llevando a hacer análisis con información, con estimados sesgados. Si este fuera el caso, los ejercicios electorales del 2022, el análisis de revocación de mandato, pasando por las elecciones de 2022 y de 2023, e incluido 2024, deberían asumir un efecto de sobrestimación del partido en el gobierno, como sucedió en 2021. Tal vez es pertinente poner a prueba nuevamente las hipótesis, tomando en cuenta este sesgo de sobrestimación, para ver si no cambian sus escenarios.

Artículo publicado en El País.

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