PARAMETRIA

El costo colateral: la salud mental

Esta semana la Universidad Iberoamericana publicó un estudio sobre los niveles de salud mental en nuestro país como resultado del confinamiento que vivimos. La Encuesta de Seguimiento de los Efectos de Covid-19 en el Bienestar de los Hogares Mexicanos, copatrocinada por la Unicef, entre otros organismos, mide algunas variables que no se habían aportado antes en otros estudios. Entre otros temas tiene la salud mental como tema de interés.

El estudio aspira a tener representación nacional. Lamentablemente es una medición telefónica en hogares. Por lo cual solo captura a menos de 50 por ciento de la población, según su propia nota metodológica. Es decir, son hogares con más ingreso, más escolaridad y más urbanos. No se reporta ningún método de ponderación para corregir los sesgos naturales de la muestra. Por ello es importante reportar sus limitaciones.

Una de las mayores aportaciones de esta medición es que reporta los niveles de salud mental a partir de escalas psicométricas. La medición que se reporta en este estudio es la GAD (General Anxiety Disorder). La escala que se utiliza para medir los niveles de ansiedad contempla por lo menos siete variables en su última versión. La GAD que aplicó el estudio de la Universidad Iberoamericana es el mejor diagnóstico conocido hasta ahora. Las variables se componen de las siguientes preguntas:

1. Se ha sentido ansioso nervioso, ansioso o muy alterado.

2. No ha podido dejar de preocuparse.

3. Se ha preocupado excesivamente por diferentes cosas.

4. Ha tenido dificultad para relajarse.

5. Se ha sentido tan intranquilo que no ha podido quedarse quieto.

6. Se ha irritado o enfadado con facilidad.

7. Ha sentido miedo, como si fuera a suceder algo terrible.

De acuerdo con los resultados, la situación del país es preocupante. Casi una tercera parte (31.4 por ciento) reporta haber tenido síntomas severos de ansiedad. Con algunas agravantes. Si la persona entrevistada perdió su empleo o en su hogar perdieron una parte considerable de su salario el indicador sube entre 11 y 13 puntos porcentuales. Es aún más grave si se combinan ambas condiciones. Allí el diferencial respecto al promedio se incrementa alrededor de 20 puntos porcentuales.

Visto por género, las mujeres son por mucho las más afectadas en este confinamiento. Sus niveles de ansiedad se observan por arriba del promedio de la medición en todas sus condiciones. En el caso extremo, cuando las mujeres cumplen las dos condiciones más graves de perder empleo y perder salario, los niveles de ansiedad severa se van casi al doble comparados con el promedio de la población (31 vs 58 por ciento).

Los hombres muestran menos niveles de afectación. Están por debajo del promedio en todos los renglones, pero no por ello la situación es mejor. En el caso extremo cuatro de cada 10 hombre sufren de síntomas severos de ansiedad por haber perdido su empleo o por tener menos ingresos en el conjunto del hogar.

Los números de Parametría en la última medición de su serie nacional validan y coinciden mucho con los números reportados en este estudio. Los hogares que declaran que alguien perdió su empleo van en aumento (de 29 a 41 por ciento de abril a mayo), al igual que los hogares que declaran que alguien percibe menos ingreso (de 35 a 40 por ciento).

Siempre es útil tener un espejo de lo que pasa en nuestro país. Esto se logra observando lo que pasa en algún otro lugar del mundo. En este caso, Estados Unidos parece que es un buen referente. Los datos son muy similares a los de México. No debe de sorprender dada la magnitud de ambos países y los niveles de desempleo que se están generando en cada nación.

En Estados Unidos el dato comparado se refiere a su histórico. El comparativo es respecto a la gente que reporta depresión o ansiedad en el mismo periodo de años anteriores y qué porcentaje lo hace ahora. Para cada uno de los indicadores los niveles se triplican respecto al año anterior. Los síntomas de ansiedad en el promedio de la población representan 28 por ciento y los de depresión 24 por ciento. En el caso de que se reporten uno o ambos trastornos llega a poco más de una tercera parte de la población —34 por ciento—.

Lo que nos sucede en México no afecta solo a nuestro país, es un mal genérico. Tal vez la pregunta pertinente es si tenemos una política pública contemplada para este tema de salud como lo tienen otras naciones. Es claro que nuestra emergencia sanitaria por el covid-19 es lo más urgente y visible. Sin embargo, parece haber otros problemas asociados que eventualmente podrían cobrar factura si no se observan o resuelven en el mejor de los casos. No podemos olvidar que la salud mental eventualmente tiene repercusiones sobre nuestro ánimo social. Solo esperemos que, de no atenderse, la factura no sea muy alta.

Nota metodológica: Aplicación de encuesta vía telefónica en CATI en modalidad Home-Cati (llamadas realizadas desde casa). Representatividad: hogares del país con teléfono en su vivienda y usuarios de celulares para las mediciones de marzo y abril. La encuesta de mayo solo se realizó a números celulares. Esto implica que alrededor de una quinta parte de la población del país no pudo ser considerada en el marco muestral. Población objetivo: personas de 18 años en adelante residentes del país con teléfono en vivienda y usuarios de celular. Número de entrevistas: se realizaron 417 encuestas en marzo, 407 encuestas en abril y 400 encuestas en mayo. De las entrevistas, 70 se realizaron a números celulares y 30 por ciento a teléfonos fijos en las mediciones de marzo y abril. Fecha de levantamiento: 28 y 29 de marzo, 23 y 24 de abril y 24 al 27 de mayo de 2020. Nivel de confianza estadística: 95 por ciento. Margen de error: (+/-) 4.9 por ciento en cada medición. Diseño, muestreo, aplicación de entrevistas y análisis: Parametría SA de CV. Método de muestreo: aleatorio simple.

Encuesta elaborada por Quantos. Fecha de levantamiento del 6 al 11 y del 20 al 25 de mayo. 1680 casos realizados vía teléfono móvil.

Artículo publicado en Milenio

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