Artículo de Francisco Abundis publicado en Milenio
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Paul Krugman, premio Nobel de economía y articulista del New York Times, reflexionó hace algunas semanas (10 de junio) sobre el estilo de la actual administración en Estados Unidos, titulado “American Carnage”. Krugman cita el discurso de toma de posesión del actual presidente en su primera administración en 2017, como algo desconcertante donde se retrata a una sociedad en colapso. Lo describe como un discurso perturbador. Un discurso que no correspondía con lo que pasaba en ese momento en Estados Unidos.
Krugman cita a Adam Serwer y argumenta que para Trump y muchos de sus partidarios, la crueldad es un objetivo en sí mismo, que se regocija en quienes odian y temen. De allí pasa a describir lo que pasaba en Los Angeles en esos días.
Parece que fue hace ya mucho tiempo, pero fue hace menos de un mes. Pareciera muy distante en términos de acontecimientos, pero no de tiempo. Ya pasamos una guerra entre Israel e Irán, con la intervención de Estados Unidos, más negociaciones para resolver el conflicto entre Rusia y Ucrania, más negociaciones para resolver el conflicto de Israel en Gaza. Los eventos de Los Angeles tienen menos de un mes y continúan en esa y otras ciudades, pero por no ser visibles en los medios, parecen lejanos.
El Pew Research, la institución en Estados Unidos y probablemente del mundo con mayores recursos y autonomía para realizar investigación independiente de opinión pública realizó una medición para ver la opinión de los estadunidenses sobre el tema de las deportaciones. Las mediciones fueron realizadas en marzo y junio del presente año.

Como era de esperarse, es evidente que los niveles de preocupación de ser deportados ellos mismos, un familiar o un amigo, han aumentado sustancialmente. Sobre todo como sería de esperarse entre los inmigrantes, cuyo temor ya era alto.

Entre inmigrantes, el temor de ser deportados, subió 10 puntos porcentuales (de 33 a 43 por ciento), y en segundo lugar entre aquellos nacidos en Estados Unidos, de segunda generación. Una tercera parte de ellos tiene temor.
Nuevamente en términos partidistas se observa una división radical. Mientras que en demócratas sube el temor, entre republicanos no se observa ningún movimiento. Esto es aún más marcado cuando hablamos de inmigrantes.

Por minorías étnicas se observa un fenómeno interesante. Si bien los hispanos son los que reportan mayor temor, entre los asiáticos se observa la mayor tasa de crecimiento de aquellos preocupados por ser deportados, en particular los de preferencia demócrata. Entre los asiáticos demócratas aquellos preocupados prácticamente se duplican (pasan de 22 a 40 por ciento).
Otra minoría que reporta cambios notables en sus niveles de preocupación son los afrodescendientes o incluso quienes se consideran blancos. Es decir, el temor de ser deportados de manera personal o en su entorno familiar o social ha aumentado de manera generalizada.
Es probable que al inicio del proceso de deportaciones y a partir del discurso del presidente Trump, la minoría que se percibía como más vulnerable fuera la hispana. Sin embargo, a partir de los últimos acontecimientos, da la impresión de que el temor se ha generalizado, independientemente del origen étnico.

Probablemente, los inmigrantes blancos, asiáticos o afrodescendientes, pensaban que eran ajenos al tema de las deportaciones o a las amenazas del presidente. Entre estas minorías Trump tuvo apoyo, independientemente de si tenían derecho a votar o no.
Una tendencia que empieza a observarse entre aquellos que apoyaron al presidente es que nunca pensaron que las promesas de campaña les afectarían eventualmente. Si esto se convierte en tendencia, el presidente perdería cada vez más electorado. Dependerá de la magnitud y los segmentos afectados. Por lo pronto los inmigrantes o sus familiares con derecho a voto o no, no parecen un electorado que represente un público mayoritario.