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Mismos datos, otro ganador

Estamos acostumbrados a tener procesos electorales normales, e institucionales y por ello parece que perdemos de vista quién está detrás de ellos. Hay muchas instancias responsables de que el día de los comicios, la jornada se realice en orden. Pero la principal institución responsable no se puede perder de vista: el Instituto Nacional Electoral (INE).

Estamos habituados a una jornada con mucha certidumbre. En la que al final del día nos enteramos quién fue el ganador o los ganadores del proceso. Por ello la elección de 2006 fue traumática para todos. Ese día nos fuimos a dormir sin ganador claro y la sensación de incertidumbre nos generó mucha desconfianza.

Más allá de su capacidad para organizar elecciones está otra función qué por obvia, parece que subestimamos: su capacidad y oportunidad para generar información. Lamentablemente venimos de una historia de extrema desconfianza en nuestros comicios, y en su árbitro. Por ello los tiempos en los que se dan los resultados electorales se han convertido en una pieza fundamental para dar certidumbre.

El INE ha concentrado cada vez más las funciones para generar esta información, la ha mejorado y ha relevado a los organismos locales de esta función. Por la importancia que juega lo oportuno de los números, con el tiempo ha ido supliendo a los Institutos locales (OPLES) de esta responsabilidad. Las elecciones del pasado 5 de junio, aunque fueron comicios locales, el encargado de dar la información fue el órgano federal.

La publicación de los conteos rápidos a las 20:00 horas (Aguascalientes), 20:30 horas (Hidalgo y Tamaulipas) 21:00 horas (Durango) 21:30 horas (Oaxaca y Quintana Roo) dio una certeza al proceso electoral y previno cualquier intento de candidatos o líderes de partido de declararse ganadores. La forma en que se reportó la información fue clara, sin dejar lugar a dudas y proporcionada en intervalos. Es importante destacar que el conteo rápido no es una encuesta. Es información que se recopila de los resultados de cada casilla con tamaños de muestra que son de cerca de 10 por ciento del total de casillas. Es decir, son muestra muy robustas y por ello la información es muy confiable.

Los Programas de Resultados Preliminares corrieron al mismo tiempo. A las 19:00 horas empezó Aguascalientes, y a las 20:00 horas el resto de los estados. Para las 19:30 ya estaba reportado el 10 por ciento de Aguascalientes. Los números cambiaron poco de allí en adelante. Oaxaca ya tenía 15 por ciento cuando empezó a hacer público su conteo. Tamaulipas también alrededor de las 20 horas estaba al 10 por ciento. Hidalgo tenía ese porcentaje a las 20:50, Durango y Quintana Roo alrededor de las 21:15.

Las encuestas de salida de las televisoras se vieron rebasadas en breve por el aparato informativo del INE. Está ciertamente fue una elección de excepción por la velocidad de la información. La mayor parte eran sólo elecciones para gobernador, no había elecciones locales o federales a reportar por ello el reporte era más sencillo y la velocidad de la información fue mejor.

En el caso de las televisoras fue muy poco informativo que quisieran seguir reportando sus anuncios de probable ganador cuando la autoridad ya estaba reportando números. Con elecciones con 40 puntos de distancia entre primero y segundo lugar (Quintana Roo), donde el ganador lo hizo por más de 60 puntos porcentuales (Hidalgo y Oaxaca) o donde hubo dos dígitos de diferencia (Aguascalientes y Durango), contar con números de las encuestas de salida podría haber sido útil para dar certeza al proceso.

Esta función de dar certidumbre es la que deberían cumplir las mediciones preelectorales durante la elección. Lamentablemente hoy día tenemos mucha información, pero muy poca calidad. Información que no sería publicable en medios de comunicación en democracias como las anglosajonas o las europeas, en nuestro país circulan sin la menor restricción y control.

Además de lo que circuló en medios de comunicación nacionales, este tipo de información se divulgó en redes sociales. Encuestas telefónicas y otras telefónicas hechas por robot con tazas de respuesta de menos del 10 por ciento, se publicaron en diarios de circulación nacional. El 90 por ciento de las mediciones que circularon fueron hechas por internet o telefónicas, es decir con muestras no probabilísticas. Y a ello hay que sumar los pasquines o la publicidad que se presenta como investigación.

Suelen ser mediciones que publican contiendas cerradas al inicio de las campañas electorales y al final corrigen con la información de calidad que es pública. Copian las mediciones que se realizaron cara a cara con muestras probabilísticas. Basta ver algunas de las que se publicaron al inicio de las campañas. Para los medios significa hacer una elección más “emocionante”, más “interesante” y eso vende mediáticamente. Para quienes ofrecen sus servicios la estrategia es plantear una elección cerrada para así vender sus servicios.

Algunos medios de comunicación o sitios de internet están haciendo mucho daño a la industria al mezclar publicidad con investigación. No se encargan de investigar en lo más mínimo en su clasificación de “¿Quién es Quién en las encuestas?” Ni siquiera saben si la empresa o consultoría existe. Estos agregadores incluyen mediciones telefónicas, con robot, por internet, inventadas para hacer publicidad y presentadas como investigación. Mezclan mediciones que fueron reportadas con no respuesta (brutas) con mediciones que descuentan la no respuesta (efectivas). Hacen clasificaciones y nombran ganadores sin metodología académica que sustente sus comparaciones. Para el público lector el escenario no puede ser más confuso.

En conclusión, el trabajo de información del INE es cada vez mejor y más oportuno. En particular en elecciones como las del domingo pasado que en su mayoría fueron de un solo cargo (gobernador). La institución no solo es confiable por lo que organiza si no por lo que informa. Irónicamente por otro lado la situación no podría ser más preocupante para el gremio de la opinión pública. Más allá de que circule información en medios nacionales con metodologías cuestionables por su falta de transparencia, no hay nada más dañino que confundir publicidad con investigación. Un gran reto para el gremio.

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